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Introducción a la historia

6 de marzo de 1935.
El sol brillaba radiante sobre un campo de flores. En los jardines a las afueras de Milt, un único tanque reposa a la espera.

El teniente Claude Wallace, a las órdenes del escuadrón E, estaba escribiendo en su cuaderno. "¡Lo conseguiremos!", prometía el memorando de la desgastada portada. Raz se estaba echando una cabezada sobre el Hafen, mientras las tropas se escondían entre las flores.

Un cambio de brisa advirtió algo a Claude con tanta claridad como si el aire pudiese hablar. "Se acercan los imperiales", susurró el viento. "Ya están aquí".
El grito de alto del teniente Wallace enseguida se fundió con el ataque aéreo enemigo. Cuando Claude dio la orden, el escuadrón E emergió del parterre como margaritas. Estaban preparados para luchar antes incluso de que el ejército imperial pudiera avanzar.

La preparación táctica del escuadrón E les permitió anotarse otra victoria. Sin embargo, en vez de celebrarlo, Claude no pudo evitar lamentar el coste... Se habían arruinado las flores. La última víctima de la Segunda Guerra de Europia era la naturaleza.
Claude se dirigió al cuartel para informar del triunfo en el combate de Milt. Sin embargo, los mandamases tenían otra misión para él: la Operación Cruz del Norte. Por fin, la Federación estaba contraatacando en la Contienda del este.

Aunque se presentaba una mañana perfecta, pronto aparecieron los obstáculos tácticos. La antigua fortaleza de la frontera, el Fuerte Krest, almacenaba un obús de 21 cm. Los refuerzos tardarían siete días en llegar... una semana que no tenían.
Christel Ward, la mano derecha de Minerva, trajo noticias terribles: el Imperio había invadido los países natales de Raz, Kai y Claude. Tras este ataque a la Gallia, la batalla del escuadrón E ya era algo personal.

Los tenientes Wallace y Victor coincidían en que la única opción era avanzar. Así, sin artillería, comenzaron el asalto al castillo... Pero el Fuerte Krest demostró estar bien armado. El escuadrón E estaba luchando para vivir.
Las perspectivas no eran nada halagüeñas hasta que se cumplió el deseo de Claude. Llegaron los refuerzos y la líder de las operaciones conjuntas trajo un juguete nuevo. Lo llamaba mortero: un prototipo de lanzagranadas portátil.

Gracias al apoyo armamentístico del mortero, el escuadrón E tomó el Fuerte Krest. Para sorpresa de Raz y Kai, la granadera era Riley Miller. También venía de Hafen y se alegró al ver a sus amigos de la infancia.

Pero cuando Riley vio al teniente Wallace, le cambió la cara. En este doloroso reencuentro, arremetió contra él y le llamó "Claudebardica". Ni los Susurros del viento podrían haber predicho esta tormentosa reunión.
Continuará.

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